Sobre la obra:
Que no deje de sorprendernos la muerte y la barbarie. Que no deje de indignarnos la impunidad. Que la indiferencia no calle nuestros reclamos de justicia. Este cuadro es el rostro de un país en permanente mueca de horror y desesperación por sus miles de desaparecidos y masacrados. No obstante, la solidaridad hace posible que en la más oscura de las noches brille la esperanza. Los 43 normalistas de Ayotzinapa ya lograron unirnos en un solo grito: ¿dónde están? Por ellos, los 43 milagritos tienen un doble significado, por un lado representan la fe en que, de una u otra manera, ellos volverán, y también expresan agradecimiento porque nos empujaron al camino de la acción social conjunta para devolver a México la dignidad arrebatada.
La gran problemática que México padece desde hace muchos años se llama corrupción, la cual no surgió con lo ocurrido en Ayotzinapa, sólo quedó al desnudo (una vez más) y recrudeció sus síntomas.
La sociedad civil tiene en sus manos la solución siempre y cuando sea capaz de derrotar, primero, la apatía. Las movilizaciones de los recientes meses traen vientos de esperanza. Lo siguiente es unir talentos y esfuerzos para difundir y explicar que no es digno vivir en la pobreza, con miedo, en la impunidad y sometidos por quienes siguen sacando ventajas ilegítimas de un poder que es, en realidad, del pueblo.
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